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Uniguajira realizó el primer encuentro intercolegial de danzas en pareja del municipio de Villanueva
Uniguajira realizó el primer encuentro intercolegial de danzas en pareja del municipio de Villanueva
Un ambiente de incertidumbre y preocupación crece entre las comunidades wayuu del municipio de Uribia, luego del hallazgo de un segundo cuerpo sin vida en menos de un mes sobre la vía que conduce hacia la Alta Guajira.
El caso más reciente se registró hacia el mediodía de este lunes 19 de mayo, cuando habitantes de la comunidad de Ishichonkat alertaron a las autoridades sobre la presencia de un cadáver abandonado en el kilómetro 95, justo después de la primera loma. Se trataba de un hombre envuelto en una bolsa térmica negra, que presuntamente habría sido arrojado desde un vehículo que descendía desde el interior de la Alta Guajira.
La Policía Nacional llegó rápidamente al lugar, asegurando la zona para realizar el procedimiento de levantamiento del cuerpo e iniciar las primeras diligencias de investigación. Hasta el momento, la víctima no ha sido identificada, y las causas de su muerte siguen bajo verificación por parte de las autoridades.
Este suceso ha generado conmoción en la comunidad, que aún no se repone del hallazgo anterior ocurrido hace cerca de dos semanas, también en la misma vía rural. En aquella ocasión, otro cuerpo fue encontrado en condiciones similares, lo que refuerza la alarma sobre una posible ola de violencia en esta zona del norte del departamento.
“Este territorio merece respeto. No podemos permitir que la violencia siga avanzando en nuestras comunidades. Pedimos apoyo institucional y garantías para nuestra gente”, declaró un líder wayuu visiblemente consternado.
Líderes tradicionales y miembros de la comunidad han solicitado la intervención urgente de la Administración Municipal, el Ejército Nacional, la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo y organizaciones de derechos humanos, para esclarecer los hechos y prevenir futuras tragedias.
La comunidad de Ishichonkat y otros asentamientos vecinos permanecen en estado de alerta, exigiendo que estos actos violentos no se normalicen ni queden impunes. El clamor general es por justicia, presencia estatal efectiva y el respeto a la vida en los territorios ancestrales.
