¿El fin progresivo de Cerrejón es el inicio del progreso real de La Guajira?

Hay un mensaje claro sobre la realidad del departamento de La Guajira, se debe mirar el futuro sin los ingresos que genera la producción de carbón. No quiere decir esto que el carbón como negocio vaya a desaparecer, lo que pasará es que las ganancias no serán las mismas y no alcanzarán las regalías para repartir dinero como en años pasados. Estamos ante un punto de quiebre de la historia reciente del territorio: la caída progresiva de la minería de carbón es una realidad, ¿será esta la una oportunidad para repensar el futuro de La Guajira o la puerta al fin del fin?

Durante más de 4 décadas, el carbón ha sido el eje de la economía del departamento de La Guajira. Las regalías de este producto por años han representado valores superiores al 50% de los ingresos que tiene el departamento y en municipios como Albania, Barrancas y Hatonuevo, ha llegado a valores hasta del 80% de sus ingresos.

Ya la dirección general de la minera lo dijo, entramos en la fase progresiva de la disminución de la producción de carbón, esto no significa el fin del negocio del carbón y mucho menos que no existan compradores. Aún hay muchos países, particularmente China e India, quienes representan mas del 50% del consumo global y que con su demanda han mantenido los precios del entre 2016 y 2021. Estos países, aunque han hecho avances hacia una transición energética, aun mantienen la base central de sus matrices de generación de energía a partir de minero energéticos.

Temas como, el acuerdo de París, los compromisos globales para reducir emisiones y los denominados     impuestos al carbono, (en algunos países de Europa se han implementado tarifas de hasta USD 100/tonelada de CO₂) han afectando la rentabilidad del carbón desincentivando las ganancias e inversiones en minería carbonífera alrededor del mundo.

El precio de la tonelada de este producto es un indicador clave para saber cómo será el futuro de este mineral. Ya desde antes de la pandemia de La Covid-19 venían a la baja, el virus llevó a que en 2020 el precio cayera un 40% por parálisis industrial. En los años recientes, los precios altos del carbón se han debido, fundamentalmente, a los conflictos bélicos alrededor del planeta, particularmente en Ucrania, cuando Europa decidió incrementar importaciones de carbón ante la escasez de gas ruso, elevando precios a máximos históricos. Desde 2023, la UE redujo importaciones un 30% por políticas de cero emisiones, presionando precios a la baja.

Colombia, que es un gran exportador mundial, ha enfrentado desafíos, en el año 2021 el precio promedio de US$120-150/tonelada, con picos de US$80. Para el 2022 se alcanzó US$300/tonelada por alta demanda europea, ya para el año 2024 se presentó una corrección a US$103-120/tonelada por excedentes y menor consumo. A la caída de los precios, se le suma algunas proyecciones como las del Banco Mundial, quienes indican que la demanda global se contraerá mas de un 70% para 2030.

Cerrejón, símbolo de esta era, se encuentra ante una encrucijada, malos precios, problemas sociales y una carga laboral que mantener. Esta empresa emplea a 4.500 personas de forma directa y a 12.000 indirectamente. La empresa y la sociedad debemos ver este momento, no como catástrofe, sino como una oportunidad para construir una economía diversificada, justa y sostenible, para ello en conjunto se debe pensar bien su futuro del territorio.

En Colombia, en el año 2024, los ingresos por viajes y transporte aéreo de pasajeros ascendieron a 10.082 millones de dólares, superando ampliamente las exportaciones de carbón (7.106 millones de dólares) y las de café (4.167 millones de dólares), según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Aunque se debe invertir mucho en la infraestructura, de acuerdo con Fontur, para el año 2024 en La Guajira, lugares como el Cabo de la Vela, Punta Gallinas y los santuarios naturales reciben 200.000 visitantes anuales.

Otro tema supremamente importante es, la frontera con Venezuela, en ese lugar se mueven $1.200 millones anuales en comercio informal. Formalizar esta actividad, con zonas francas y rutas seguras, podría ser de gran ayuda. Esto, junto con la modernización de Puerto Brisa y la utilización de la línea férrea de Cerrejón y el Puerto Bolívar, para exportar productos agrícolas a Europa y EE.UU., aprovechando tratados de libre comercio.  

Los últimos ingresos del carbón, los municipios y el departamento deben utilizarlos para convertirnos en un territorio moderno. El reto de volver a La Guajira en un hub de formación técnica en energías renovables. Todo el potencial y experiencia en la generación de energía a partir de viento y el sol debe ser aprovechado, para Instalar centros de datos alimentados por energía eólica, atrayendo inversiones de empresas como Google o Microsoft, que buscan reducir su huella de carbono.  

La Guajira no puede seguir siendo rehén de un mineral finito. El nuevo modelo requiere, las regalías restantes puedan ser destinados a fondos de innovación, donde se incluya a toda la población en la toma de decisiones. Es urgente crear un marco legal que incentive la agroindustria y el turismo con exenciones fiscales por 10 años.  

El carbón dio empleo, pero también desigualdad y dependencia. Es hora de que La Guajira escriba su próxima página: una donde el progreso se mida en agua potable, empleos dignos y orgullo cultural. El futuro no está bajo tierra, sino en su gente.